La respuesta es sí. El estilo de crianza ejercido por los padres influye significativamente en el desarrollo socio-afectivo del menor y más en las etapas de la niñez y adolescencia, que es donde experimentan cambios físicos, cognitivos y psicosociales que combinados con problemas familiares o contextos hostiles lleva a generar en el menor una conducta antisocial, principalmente con comportamientos agresivos.
Muchas veces esos comportamientos agresivos desde la infancia son los que los llevan a estar involucrados en la comisión de conductas deshonestas en su adolescencia y adultez. Adicionalmente es posible identificar en ellos habilidades cognitivas escasas para solucionar problemas interpersonales, baja tolerancia a la frustración, dificultad en la adaptación al cambio y ausencia de metas a corto y largo plazo.
Durante las últimas décadas, la psicología se ha encargado de estudiar el fenómeno de la crianza, la cual describe a partir de cuatro componentes:
Autoritario: se caracteriza por una educación rígida, con poco diálogo o comunicación con los hijos donde se favorecen los castigos y se limita la autonomía.
Permisivo: padres que no son directivos, pero si flexibles respecto a sus conductas. Estos no establecen normas, pero tampoco orientan, además, evitan los castigos y las recompensas.
Negligente: poco afecto y compromiso de los padres hacía sus hijos, evidencian bajo nivel de exigencia y les otorgan alta autonomía.
Democrático: este estilo de crianza cuenta con padres sensibles a las necesidades de sus hijos, son flexibles, afectuosos y propician el diálogo.
Lo anterior permite definir la personalidad del menor y su forma de actuar en la sociedad. Se ha encontrado que la comisión de conductas fraudulentas está estrechamente relacionada con los factores de riesgo propios del individuo, características que pueden estar asociadas a la irresponsabilidad y el escaso autocontrol; lo que los lleva a patrones o respuestas impulsivas y dificultades para aceptar y comprender puntos de vista de otras personas.
Para concluir, a peores relaciones familiares carentes de apoyo, vinculo y comunicación; aumenta la probabilidad de que aparezcan conductas delictivas en el menor y más cuando en estas prevalece el estilo de crianza autoritaria (donde únicamente se obtiene órdenes y castigos) y el estilo de crianza negligente (poco afecto y nivel de exigencia).
En INIF estamos comprometidos con la gestión de conocimiento en prevención, detección y neutralización del fraude para contribuir a una cultura de honradez en la sociedad colombiana. De esta manera desarrollamos estrategias que permiten a las empresas e instituciones identificar si una persona es propensa o no a cometer fraude como lo son el proceso de selección antifraude y el perfil del defraudador, el cual es un procedimiento que, por medio de diversos análisis interdisciplinarios y recolección e identificación de la información permite descubrir el modus operandi y rasgos en respuesta a la sospecha y/o comisión del delito.
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