Con la llegada del COVID-19 también se da un aumento en los casos de fraude
El coronavirus es una enfermedad que ha afectado a cientos de países, impactando la salud pública, la economía y a la sociedad en general. Las empresas e instituciones de diferentes sectores están tomando medidas para mitigar su propagación, pero acciones como el aislamiento social implican cambios en los procesos de las organizaciones y la adopción de nuevas metodologías de trabajo, lo que a su vez acarrea consigo nuevas amenazas que deben ser detectadas lo antes posible.
Una amenaza es el fraude, enemigo constante que muta y evoluciona con relación al contexto social, legal y normativo que lo rodea; y así mismo lo hace el perfil del delincuente, quien cambia y se modifica respecto a las oportunidades que percibe en su entorno. Por lo general, este tipo de defraudadores se caracteriza porque no siente preocupación por la persona, empresa o institución que pretende engañar, por lo que el miedo y la incertidumbre que se deriva del COVID-19 es una oportunidad más para él y, por supuesto, encontrará las estrategias para sacar el mayor provecho.
El aumento del uso de la tecnología en este tiempo de coronavirus ha influido en el crecimiento de casos de fraude, si bien nos ha permitido continuar con nuestra rutina, también le ha facilitado la labor a los delincuentes quienes aprovechan el anonimato, las técnicas de camuflaje, de engaño y manipulación que la tecnología permite para atacar a sus víctimas.
Por lo anterior, la gestión del fraude se ha centrado en la creación y uso de herramientas tecnológicas que combatan las nuevas modalidades que los delincuentes implementan. Sin embargo, esto no impide que los defraudadores logren su cometido ya que ellos saben que detrás de los medios online hay personas vulnerables a ser víctimas de fraude, por lo que se convierten en su blanco de ataque y saben que a través de ellos pueden llegar a afectar a las empresas.
Es por esto que en INIF vemos necesario que la lucha contra el fraude también se concentre en el análisis de comportamiento tanto del defraudador como de su víctima, buscando encontrar patrones conductuales que permitan desarrollar modelos de predicción efectivos e implementar herramientas novedosas para hacer un control de estas nuevas amenazas.
No hay que olvidar la importancia de preparar, capacitar y ofrecer conocimiento antifraude a la sociedad, entregándoles estrategias y recomendaciones para combatir de manera efectiva este flagelo, porque para combatir el fraude se necesita de todos, solo así construiremos una sociedad más honesta.